viernes, 6 de julio de 2012

Elecciones y emociones


Algunos de ustedes ya me conocen.
Ando haciendo grilla en todas partes: marchas por La Pastora, denuncias por el Río La Silla, amparos a Ivonne Álvarez, marchas contra la violencia y ahí ando.
Esto tiene precio: entre "huevona", "floja", "nini", "revoltosa", "sin quehacer", y otros calificativos, soy lo peor de lo peor de la sociedad.
Soy lo peor de la sociedad haciendo todo lo que la sociedad me dijo que debía hacer: "salir adelante", estudiar, trabajar, y después trabajar más.
Siendo lo peor de la sociedad, nunca he dado mordida, rescato animales abandonados en la calle, nunca le he fallado a mis amigos, no les miento, ayudo a mis padres, y eso, que soy ciudadana, trato de hacer mejor el lugar donde vivo.
Por ello, soy lo peor.

Con este límite de conocimientos, peor me parece a mí la situación en la que estamos, mis queridos condicionales.
Yo no voté por el PRI. Nunca votaría por el PRI. Porque siendo lo peor de la sociedad, amo a mis padres, a mis abuelos.
Tengo 26 años y parece que estuve ahí.
Me acuerdo de los amigos de mis padres, de sus hermanos. De los amigos de sus hermanos, desaparecidos. Del dolor de las madres de encontrar a sus hijos varados en el mar. Aventados desde un helicóptero por exigir igualdad y una mejor educación.
Recuerdo como si estuviera ahí a mis abuelos penando porque a pesar de trabajar y trabajar, no podían pagar una casa, no podían tener a sus hijos con las comodidades que ellos querían.
Me acuerdo de la sangre. La huelo. La sangre de las plazas llenas de palomas que revoloteaban antes de ese silencio que le sigue a los ruidos de cañones y disparos.
Veo en los ojos de mis mayores el horror. Una mirada que está vacía, que se pierde en el silencio porque el dolor no les permite hablar.
Y desde que nací escucho las quejas. Escucho lo podrido del sistema, la injusticia del rico, la astucia del político para aplastar a la gente honrada. Escucho que ni siquiera nos dejan trabajar. Escucho.

Usted que votó por el PRI, ¿no se acuerda de las devaluaciones, de lo difícil que era comprar hasta frijoles? ¿No se acuerdo de López Portillo defendiendo el peso "como un perro" para luego pedir perdón llorando falsamente? ¿No se acuerda de "El Negro" Durazo, de Martínez Domínguez, de Gustavo Díaz Ordaz, de Echeverría, de Salinas? ¿No se acuerda que ellos también nos prometieron todo y cuando se fueron, sonrientes, quedamos todos en una tumba cavada demasiado profundo?
¿No se acuerda de sus amigos? De esos que desaparecieron misteriosamente y a los que usted nunca pudo decirles adiós y nunca sabrá si murieron en paz o si están vivos y perdidos o si siguen torturándolos?
¿No se acuerda, señor y señora, de la dura vida que sus padres vivieron?
¿No se acuerda que ellos, sus padres, trabajaron hasta morir para darle a usted lo mejor? ¿No se acuerda de su sufrimiento, de sus arrugas y sus cuerpos cansados, hundidos a veces en el alcohol para despejarse porque ya no podían más?

En verdad le digo una cosa: antes de ser de algún partido político, usted y yo somos pueblo. Antes de ser de un sindicato, un grupo, una comisión, un trabajo, usted y yo somos pueblo.
A mí no me importa el resultado electoral: me preocupa que usted haya olvidado el dolor de sus padres, sus amigos, sus hermanos. Que haya olvidado que eso que "ya pasó", le pasará a usted, a sus hijos.Me preocupa que olvide a sus hijos, que en vez de pensar en dejarles un mundo mejor, piense en la tarjeta de Soriana, el striper que le baila en la campaña, las despensitas que le dan y con las que su hijo no sobrevivirá mañana.
Me preocupa que usted no pueda pensar en nadie más mas que en usted mismo.
Me preocupa que, sabiendo que somos muchos los jodidos y con hambre, usted piense que sólo usted es jodido y sólo usted tiene hambre y lo demás no importa nada.
Me preocupa usted, que por juzgar al otro, se le olvida que el otro también está jodido como usted. Me preocupa que, sin importar los colores de su camisa, se nos haya olvidado que hay otro.

Sé que no quiero al PRI de regreso porque no quiero el dolor, las violaciones, la sangre, el asesinato de niños que todavía ni nacían, no quiero que nadie sufra esto. Quiero que vivamos tranquilos.

Uno no lucha para perder o ganar. Luchamos porque la lucha es vida. Luchamos con la palabra y resistimos con la inmovilidad. No quiero que la historia nos abrume, nos repita, nos aplaste.

Es la hora, amigos.