Viernes, 30 de marzo de 2012
En primer lugar, quiero aclarar una cosa: Mi nombre y mi rostro, aunque sólo tengo este nombre y este rostro, no es nada. Lo que soy no importa. Debajo de mi nombrecito, de mi estatura, mis cabellos y mis dientes, debajo de lo que soy está otra cosa que es igual a ti, a aquél, a todos, y que es un sentido común, una razón siempre viva y latente, un corazón que no se apaga aunque siempre intenten matarlo sea en nombre de hacienda, elecciones, automóviles o televisión.