miércoles, 23 de noviembre de 2011

Modernidades

Ya que se me dio tan bien contarles anécdotas, contaré más. A lo mejor terminaré siendo una cuenta-cuentos. ¡Qué padre!


miércoles, 16 de noviembre de 2011

Tórtola

Ya que últimamente no he encontrado las palabras adecuadas para hablar con ustedes, les voy a contar una anécdota que probablemente me permita decir más que la simple historia.

jueves, 10 de noviembre de 2011

jueves, 3 de noviembre de 2011

Contra el dolor

¡Cómo me duele! ¡Cómo duele el mundo!
Pienso en Antígona gritoneando "¡ay de mí, infelice de mí!". Siempre me daba risa su exagerado lamento, pero hoy lo siento mío. Es que, chaviza, sinceramente les digo que me duele el cuerpo.
Abro el periódico y sólo veo tripas. Por un lado, me duelen esas muertes, esos secuestros, esas heridas de las que habla el diario. Por otro lado, creo que me da mucha más penita el hecho de que los diarios sepan que son esas notas las que venden, las que le gustan a la gente. Es una cosa perversa cómo los medios de comunicación utilizan la desgracia para sacar dinero. E igualmente retorcido es el que el lector, radioescucha o televidente las consuma y sea lo único que le entretenga. ¡Andamos buscando la desgracia! ¡Nos entretiene! Pero qué bajos, sucios, rastreros somos.
Yo, hasta ahora, nunca he visto a un pajarillo revoloteando feliz al lado de otro pajarillo muerto. Ni a un perro o a un gato. Todavía nos creemos superiores a esos seres básicos y primitivos, quesque porque somos racionales. A mí me da la sospecha de que lo único que nos diferencia es que somos hipócritas.
¿De qué otra manera podemos explicar la pedofilia de los purísimos padrecitos católicos? ¿De qué otra manera podemos explicar los robos y desfalcos de políticos que estudiaron en prestigiosas universidades que promueven los valores, la honestidad, etcétera y que juran lealtad al pueblo? ¿De qué otra manera podemos explicar los sistemas corruptos? ¿Las trabas en los trabajos, las palancas, los sistemas bancarios enredosos?
¿De qué otra manera podemos explicar la devastación de bosques en nombre del progreso? ¿La contaminación de los mares? ¿Los asesinatos, los fraudes?
De qué otra forma puedo explicar que todos decimos buscar la felicidad y la plenitud y ésta significa dinero. Que todos rechacemos la soledad y nuestra máxima meta sea el amor y esto signifique destrucción, como ya lo hemos hablado antes.

¡Ay de mí! ¡Cómo duele!

Y una se pregunta: ¿Es que las cosas pueden ser de otro modo? Tal vez. Pero este dolor, ¡oh, hermanos!, este dolor que cada uno tiene, por cuales sean las razones... este dolorcito que pensamos es muy nuestro, muy de lo que somos, es exactamente una de las causas de que las cosas sean como son, de podridas. Este dolor que yo digo "es mi dolor", no hace más que encerrarme en lo que yo creo ser, limitarme. Este dolorcito ni es mío, yo me lo estoy apropiando, como nos apropiamos de un montón de cosas más que creemos nuestras y no lo son. Y a esos imaginarios hay que declararles la guerra.

Entonces, así es y ahí te va: ¡Ay, dolor, prepárate! Empezamos de vuelta la batalla.