lunes, 31 de octubre de 2011

Posesiones

Después de una cálida y enredosa bienvenida como la que les di hace unos días, he de confesar que me quedé trabada en la cuestión de poseer.
Una cosa curiosa que parece tener muchas caras, pero a mi me suena a que es una misma. Primero que nada, ¿qué es poseer? Es decir, cuando yo digo "ésta es mi chamarra", ¿qué cosa es la que estoy diciendo? ¡Una mentirota!, ¿qué más va a ser?
Es que mis palabras, mis sentimientos, mis creencias no son nada frente al otro, y ese otro puede llamarse como gusten: piedra, sexo, persona, novio, amante, esposa, chamarra. Son intenciones turbulentas las de la posesión: es querer pisotear al otro. Es querer despojarlo de lo que es, para volverlo parte de lo que soy.
Esta última frase les podrá sonar a cuento de Disney, en donde dos personas se funden por amor. Otra vez, puras mentiras. Para empezar, hay que dejar de pensar en términos de humanos y solamente humanos.
Les pongo un ejemplo que me parece atinado y clarísimo: la tierra. Por algún motivo, el hombre necesita poseer la tierra, y esto no tiene ninguna relación con convivir con ella, cuidarla, labrarla, aprovecharla. Más bien, significa destruirla, amoldarla al gusto, reducirla a otra cosa que no sea la tierra misma, ponerla al servicio del hombre. Uy, de este tipo de casos hay un montón: un río contaminado por desechos tóxicos, una montaña a la mitad, destruida para sacar cemento, mármol, etcétera; un bosque talado en nombre del progreso y una lista interminable de plantas y animales en peligro crítico de extinción.
¿Saben qué cosa me da mucha pena? Esta terrible necesidad de poseer. El hombre desea poseer al hombre. Ya se ve en las jerarquías de poder digamos en el ámbito laboral. Uno hasta se sorprende de encontrar a un jefe comprensivo, buena onda, alivianado. Pero, vamos, la mayoría son unos mamones que nada hacen más que joder.
Y en este sentido es que me da también una tristeza horrible cuando confundimos poseer con amar.  Al novio, amigovio, free, esposo, amante, etcétera, también intentamos poseerlo. ¿Qué acaso no decimos "y la hice mía" o "hazme tuya/o" para referirnos a hacer el amor? Hay que adoptar ciertos roles y comportamientos para ser aceptado y poseído. Hay que aceptar unas rutinas estandarizadas en nombre del amor: seguir ciertos pasos, ciertas posturas, ir a ciertos lugares, vestirse de ciertas maneras. Someterse y someter. Pisotear. En eso se ha deformado el amor. Qué sé yo. Me he quedado sin gasolina. 


En fin, una cosa que da miedo. 

2 comentarios:

  1. Puedo decir que estoy de acuerdo contigo, la gente se esmera demasiado para obtener mas posesiones las cuales con el tiempo los dejaran insatisfechos por varías razones como: las posesiones se hacen viejas, alguien obtiene una versión mas nueva y/o mejor de tu posesión, presumir esa posesión, etc.

    Desafortunadamente en la ciudad de monterrey la codicia crea una cultura de "yo primero y tu te chingas" junto con la clásica ley de herodes de "el que no tranza no avanza" junto con la hipocresía (el clásico cabron que es corrupto, machista e inculto pero con ir a la iglesia todos los domingos se siente muy santo). Esa no es manera de vivir y esa búsqueda desenfrenada de la riqueza a cuesta de los demas lleva al deterioro de los valores y del respeto al prójimo.

    Aunque bien podría estar parcial o totalmente equivocado*...


    *especialmente porque siento que me salí algo del tema...

    ResponderEliminar
  2. Huitbuit,

    ¡Hola! Pues me ha gustado tu comentario. Comprendo lo que quieres decir, y sí, por ahí va la cuestión de poseer, en este caso, ciertos objetos que nos han dicho que son lo que realmente valen (de ahí la codicia). De ahí también que las cosas se desechen en nombre de muchas excusas. Es que hay que estarse creando dramas, como el que nuestra computadora es muy vieja, porque parece que sólo así podemos vivir, porque parece que estamos muy aburridos.
    Pero a veces me parece que este fenómeno va más allá de un territorio o una cultura. Tengo la sospecha de que es casi una condición humana, como muchas tantas. y en vez de combatirla, la hemos aceptado como forma de vida, no sólo dañando al mundo, sino también a nosotros mismos. Total, ya lo discutimos, ¿cómo ves?
    Gracias por comentar. Te mando un abrazo :)

    ResponderEliminar