miércoles, 23 de noviembre de 2011

Modernidades

Ya que se me dio tan bien contarles anécdotas, contaré más. A lo mejor terminaré siendo una cuenta-cuentos. ¡Qué padre!




Día a día desde hace tres meses, he escuchado a mi sobrina contarme sus mañanas en la secundaria, a la que acaba de entrar. Aquí van unos grandes temas que ella platica con toda naturalidad:

* Hoy no tuve ni una clase.
* Mi maestro X se la pasa hablando con X o se la pasa todas las horas de clase "buscando café".

* Tengo mucha tarea.
* Mi compañera está embarazada (o ya tiene un hijo).
* X y X fueron a un "coto" y andaban bien pedos. Los metieron a la cárcel.
* Reguetón.

Eso entre otras cosas. Vamos por partes. En primer lugar, no quisiera meterme al papel de adulto. Este papel consiste básicamente en asombrarse de "la juventud de hoy", dar discursos moralistas hipócritas y de doble cara, juzgar a la chaviza y hacerles el feo.
Aclarado el asunto, pues no puedo dejar de sorprenderme. Por una parte, me sorprende que mi sobrina, teniendo 12 años, tenga presente temas como el embarazo adolescente (más bien de pubertad) como un tema cotidiano, porque es algo cercano a ella, rutinario.
Después, me sorprende que estas cosas sean el pan de cada día de los chicos.
Empecemos con las primeras tres afirmaciones: no hay clases. O no van los maestros, o cuando van se salen a buscar café y se quedan fuera del salón de clase toda la hora, o se la pasan hablando con el intendente, el prefecto o quien se les ponga enfrente.

¡Cómo no se me va a caer la quijada al suelo! ¡Pero qué cosa es esto que llaman educación!
Evidentemente, las primeras dos frases se relacionan con la tercera debido a que a pesar de no tener clases, los maestros se ponen pesados con las tareas. Tareas que no saben hacer los alumnos.

Pero no se preocupe, señor padre de familia. Para este problema, los maestros tienen la solución: asesorías personales para cada niño. Así, sin pudor, hay una serie de pegotes en las paredes con nombres de maestros y teléfonos para que su hijo aprenda lo que debería aprender en la escuela. A un precio, claro.
De entre 70 y 100 pesos por hora, se encargan de hacer más negocio en el ya próspero negocio de la educación mexicana.
Con dichos ejemplos de dedicación profesional, de pasión por la juventud, de compromiso con la enseñanza,  pues no sorprende tanto que en nombre de matar al aburrimiento, los chicos aprendan nuevas formas de encauzar sus energías: tener sexo a los 12, 13 o 14 años, beber, drogarse y terminar en la calle o confinadas al cuidado de un niño cuando ellos mismos son niños.
Esto, por supuesto, tiene mucho que ver (qué digo mucho, TODO) con la familia. Y es que los padres tienen las mismas formas de sacudirse el aburrimiento: aburriéndose más teniendo sexo sin amor, bailando el reguetón porque es lo que se baila hoy, viendo los mismos programas que ven sus hijos en la televisión, bebiendo hasta aturdirse, teniendo niños porque es lo que toca.

Estas cuestiones no se pueden tratar en unos párrafos. Son difíciles y profundas. Pero es fácil la solución: dejemos de esperar que otro se haga responsable de nuestros actos. Dejemos de esperar que Dios nos salve y nos perdone los pecados, o que el presidente "arregle" la situación económica y de seguridad. Dejemos de esperar que la Unión Europea cure la economía.
Es decir, ¡dejemos de esperar!

Tú sabes lo que tienes que hacer: apaga la televisión, pasa más tiempo con tu familia y amigos. El futbol no te va a dar triunfos, ni hará tu vida mejor. Abraza a los demás, forman parte de la vida. Abraza a la vida: déjate de mamadas, deja de tirar basura, cuida a tus mascotas, etcétera, etcétera.
Son cositas muy sencillas que se nos van olvidando en el camino porque nos han dicho que el dinero es lo más importante. Así que justo eso es lo que tenemos que enfrentar: El dinero no es vida, no es nada. Sólo ha servido para amargarnos, para darnos de topes contra la pared por no tener más, por no tener coche o mansión. ¡Bah!

Yo para qué quiero todo esto si tengo a mi sobrina que me cuenta y me escucha con sus ojos grandes y me abraza sin que se lo pida y me enseña a no juzgar cuando me habla de estas cosas que a mí me asombran con toda naturalidad, y que a ella sólo le provoca querer más a sus amigos y escucharlos y hablarles como me habla a mí. Contra todo lo demás que no sea ese amorcillo que nos damos (ella y yo, tú y yo, nosotros, siempre nosotros) es contra lo que hay que luchar.



3 comentarios:

  1. Sara Sarita esto me recuerda a una frase que me gustaba mucho y ya había olvidado cada que oigo netas netongas como esta que habeís escrito y dice así: “La vida no consiste en controlar, no consiste en conseguir, no consiste en tener, no consiste en conocer y ni siquiera consiste en ser. La vida es convertirse eternamente, perpetuamente, en otra cosa, o no es nada”

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  2. Aloe,

    Beso y abrazo. Gracias por pasarte y comentar. ¿De quién es esa frase?

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  3. Maldito dinero,como lo odio! y siempre lo odiare!
    En cuanto a la educacion, yo prefiero enseñar por vocacion sin ser Maestro que ser un "maestro" sin vocacion.

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