martes, 5 de febrero de 2013

Otra vida (o lo que hay no es todo lo que hay)

Mentiría si les digo que no vivo agobiada día y noche por algunos látigos invisibles.
Mentiría si les digo que soy feliz.
Mentiría si les digo que sé lo que hago o que hago lo que me gusta o que estoy segura de lo que estoy haciendo.

Estas tres afirmaciones las enuncio porque creo que son tres nociones de las que pocas veces queremos hablar, puesto que son duras e implican un desquebrajamiento del individuo, esto es, implica cuestionarnos a nosotros mismos sin encontrar ninguna respuesta certera, ningún salvavidas para poder mantenernos a flote en el inmenso mar de preguntas. Vamos de una por una.



El agobio y los látigos invisibles

Cargamos a lo largo de nuestra vida con ideas aprendidas. Estas ideas quién sabe de dónde nacieron o qué necesidad las hizo nacer. Hay ideas que más o menos tienen sentido, otras que nunca lo tuvieron pero que con la constancia de machacarnos día a día que sí tienen sentido, pues ya nos creemos esa mentira.

Probablemente ya los hice bolas. Les explico: Tengo comezón y quiero rascarme. Ésa es una necesidad. Rascarme si tengo comezón tiene sentido, ¿no? Así, nace la idea de "rascar", y podemos escribirla en los libros o pensarla en nuestra cabeza aunque no la estemos efectuando.

Pero hay muchas cosas a las que yo no encuentro sentido. ¿A qué necesidad responde la idea de dinero? Me van a decir que a la de transacción, a la de intercambio de bienes. ¿El dinero es un bien? Hasta donde sé, el dinero es un papel o un metal que se funda en la idea colectiva de que vale algo, mucho o poco. Y ¿cuándo el dinero podrá llenarme la panza? ¿Cuándo el dinero sabrá a lechuga fresca? ¿Cuándo a arroz cocido con la destreza de mi madre y la tradición de mi pueblo? ¿Cuándo nos hicimos a la idea de que dinero era igual a comida, a sabor?

Otra idea de la que no veo ningún sentido es la del trabajo. En una sociedad como la que vivo, la regiomontana, basada en el valor del trabajo como virtud de las personas, seguro me van a linchar por decir esto. Yo trabajo: levanto cacas de mis 8 perros, los baño, los paseo, los llevo al veterinario y alimento, los atiendo como los niños que son, los entreno, cuido a mi gata rescatada de la calle, levanto sus cacas, cambio su arena. Cambio los periódicos de mi pajarito rescatado, le pongo alpiste, lavo sus recipientes, le procuro agua fresca. Lavo mi ropa, la de mi madre y mi sobrina, trapeo, barro, limpio, lavo trastes, friego pisos, tiendo camas, doblo ropa, escribo, leo; rescato animales de la calle, cruzo la ciudad para sacarlos de condiciones de abandono extremas, organizo rescates y ayuda para ellos.

Además, tengo una editorial independiente, así que corrijo, edito, maqueto, diseño, doblo, imprimo, hago libros, pues. Estas cosas son trabajo desde mi pequeño punto de vista.

No tienen jornadas formales de 8 horas (a veces me lleva todo el día en ello). No hay hora de comida fija, ni tengo que ir vestida en altos tacones y faldas y camisetas "formales". No hay salario ni primas vacacionales ni fondo de ahorro ni seguro social ni Infonavit ni nada. Lo que hay es trabajo, mucho y desgastante trabajo.

¿A qué necesidad responde la del trabajo en una empresa o institución que consume nuestros días? ¿A la del dinero? ¡Pues qué sinsentido! ¿Desde cuándo el trabajo es un estatus social, un contratillo legal, un obtener dinero? ¿Desde cuándo me tengo que pasar los días vestida como payasa bajo el horror de los tacones de aguja para poder vivir tranquilamente? Esta idea me parece absolutamente terrorífica.

Por supuesto, tengo más preguntas. ¿A qué necesidad responde la de permitir que unos individuos de poco corazón y mucha ambición gobiernen nuestro entorno? ¿Por qué no lo gobernamos nosotros mismos? ¿Carecemos de capacidades? Una madre de familia administra los recursos de manera excepcional. Un rescatista de animales organiza movilizaciones de forma impresionante. Un amigo apoya a otros sin necesidad de un voto a cambio o de regalar vasitos. ¿Realmente nos falta capacidad? ¿A qué necesidad responde esta necedad?

¿A qué necesidad responde la de cortar árboles? ¿Es que necesitamos morir pronto? ¿Es que es necesidad no respirar? ¿Necesitamos acabar con nuestra propia vida? Hasta donde tenía entendido, queremos sobrevivir, vivir, ser felices. ¿Por qué acabar con lo que nos da la vida?

¿A qué necesidad responde la de segregarnos en grupos y discriminarnos? ¿Que no se suponía que somos seres sociales? ¿Por qué decir "es homosexual", "es ateo", "es mujer", "es negro", "es europeo" y largo etcétera? ¿Es que necesitamos dejar de ser sociales? ¿Es que es una necesidad de primer orden dejar de ser humanos?

Las preguntas no se acaban. Por ello, quisiera pasar al siguiente punto antes de perder su atención.

Ser feliz

Me he dado cuenta de que una de las características de la felicidad es ser efímera. La felicidad no puede ser un estado permanente porque pierde sentido. Es como un orgasmo: tenerlo todo el tiempo genera insensibilidad al clímax, y de hecho, es una deficiencia en la salud.

Pero vaya, usando el mismo ejemplo del orgasmo: sólo hay un par de vías para obtenerlo y todas implican un estímulo de placer, sea vía sexual o a través del gozo estético. Es decir, de ninguna manera puede el trabajo laboral de 8 horas diario dar un orgasmo. Las desviaciones sexuales también son una condición médica llamada parafilia. Más allá de las nociones y tintes culturales, pocos encuentran placer en ver camarones pintados como mujeres. No hay estímulo ni gozo estético.

Lo mismo sucede con la felicidad. No voy a decirles yo cuál es la receta para ser felices porque no la sé y no la hay, como tampoco puedo darles las instrucciones para tener un orgasmo.

De algo estoy segura: hay cosas que no nos hacen felices. Comprar 10 pares de zapatos no me hace feliz, en lo mínimo. Ni tener 1000 millones de pesos en el banco. Ni una ni otra cosa he hecho ni tengo tanto dinero. Pero he tenido 20 mil pesos en el banco y les voy a ser sincera: más que ser feliz, me llena de angustia. ¿Por qué tengo ese dinero? ¿Debería gastarlo? ¿En qué debo gastarlo? ¿En cosas útiles? ¿Me doy mis "gustitos"? ¿Lo invierto? ¿Y si me lo roban? ¿Y si se me pierde otra vez la tarjeta y me quitan mi dinero? Y ahí voy desviviéndome con la idea del dinero que no existe.

Una vez rescaté a un perro al que le habían quemado el lomo y sacado un ojo. Y en cuanto lo vi me enamoré perdidamente de él. Le hablaba viéndolo a su ojito bueno y lo acariciaba y le llevaba comidita para que se repusiera. Y mi madre y mi sobrina también le hablaban y le querían con el mismo fervor que yo. Y cuando murió porque sus heridas eran muy profundas, en mi casa hubo un luto horrible, pero ese tiempito que estuvo conmigo y que un perrito de la calle avivó el mismo amor en todas las personas de casa, ese tiempito fui extremadamente feliz. Y su ausencia, aunque todavía hoy lloro, me trae felicidad en oleadas que van y vienen.

No hubiera podido comprar nada de eso. La felicidad no está en las cosas que nos han dicho. No está en el sexo esporádico sólo por tener sexo. No está en la compra de mercancías ni en el ahorro mensual. La felicidad no está en la tarjeta de crédito, ni en los novios de un mes y las escapadas al cine para pasar el rato. La felicidad no está en escuchar a Arjona cuando creemos estar enamorados. La felicidad no está en tener ese iPhone que tanto deseamos. ¿Qué deseamos nosotros? ¿Dónde está nuestra felicidad? ¿Seguros que está en lo que los comerciales de televisión nos han dicho? ¿Seguros?

Por supuesto, sentir un poquito y darnos cuenta que somos felices abrazando a un extraño, por ejemplo, es algo que da mucho pavor. Es ir contra lo establecido, es ser discriminado, humillado, insultado. Preferimos el dolor y el sufrimiento colectivo. Ese que usamos siempre con las contiendas políticas: todos nos quejamos, todos sufrimos, pero todos callamos y nos doblegamos.

La felicidad no acepta sumisiones de este tipo. La felicidad viene y te llena y te dice "Anda, ve, dale un beso a la mujer que tanto amas" y la mujer que tanto amas no quiere el beso porque están en público y puede parecer una "facilota". La felicidad te dice "Este trabajo es horrendo, renuncia, anda, ve a buscar el pan en la impresión de camisas en serigrafía, que es tu pasión" y tu pasión no te deja para la gasolina ni el carrazo que quieres y que tantos piropos te deja entre tus camaradas del trabajo, la serigrafía no te da prestigio ni postura social reconocida, sino que te hace un "hippie" más, holgazán y flojo que no quiere trabajar decentemente.

¿Qué demonios hago?

Es necesario no ser tan egoístas, amigos. La vida nunca está terminada hasta que uno se muere. Por lo tanto, uno tampoco está terminado. Muchos dicen "así soy yo y el que me quiera, que me quiera como soy". Bueno... ¿y qué cosa eres tú? ¿Cómo eres tú? ¿Se lo han preguntado? Yo les puedo decir: "Yo soy una mujer, de 26 años, chaparra, que gusta de música variada, desde la música académica hasta la Sonora Santanera, que viste de pantalón de mezclilla, blusa y tenis, que gusta de salir a correr con sus perros".
¿Y la música que me gusta y la forma en que visto son yo? ¿Si yo escuchara otra cosa o vistiera de otra manera dejaría de ser yo? ¿O sería yo vistiendo otra cosa y escuchando otra música?
Yo les digo: "Yo soy aprehensiva, emocional, llorona, sentimental". ¿Y qué pasa si no lloro? ¿Dejaría de ser yo? ¿Al decir cómo soy es que me privo de poder ser otra cosa? No, amigos, no hagan eso.
Yo rescato animales pero no sé bien por qué lo hago. Y un día podría dejar de hacerlo. O hacerlo con más ahínco.
Pero lo que hago, lo que me gusta, lo que siento, no es todo lo que hay. No es todo lo que soy. Ni es lo que soy tampoco. Uno siempre debe darse la oportunidad de ser otra cosa.

He escuchado también esa frase de "así he sido siempre y si dejo de ser así, me quiebro". Estos dichos los escucho mucho de gente más grande, de padres y abuelos de mis amigos. ¿Y qué tiene de malo quebrarse? Uno ni siquiera está entero, siempre anda con dolores y quejas y muchas dudas, aunque no las digamos.
Imagínense que uno de sus hijos esté en desacuerdo con ustedes. Imagínense que el hijo quiere que le compren un oso de peluche y ustedes no lo hacen porque no hay dinero.
Imagínense que el hijo reconoce su enojo y ya no va a cambiar nunca, porque así ha sido y así será siempre. ¿No les parece terrible que esto suceda?
Dense la oportunidad de dudar sin miedo. ¡Todos tenemos dudas y nadie está del todo seguro de lo que está haciendo!
Es parte de la vida, un impulso que nos lleva a hacer las cosas... Por ello, cuando crean que su trabajo es todo, que la vida es así y no hay más y no se puede hacer nada, cuando crean que felicidad es su enorme mansión y su coche de lujo o ver el programa de las 8 de la noche en la televisión, pregúntense... ¿Esto es todo lo que hay? ¿Esto es realmente vida? ¿Esto me hace feliz?

Y vengan, entonces, a vivir con la duda de los que todavía sienten una inquietud, un algo llamado vida por debajo de toda la basura y la mentira que nos construimos.

Y entonces les regalo, como ejemplo a seguir, la imagen de una mariposa volando al revés.

2 comentarios:

  1. Llevo 1 semana con este post encolado, queriendo leerlo, y por multiples cosas no habia podido. Me da gusto que haya podido ser hoy, que justamente ando medio perdido

    Por trillado que pueda sonar, estoy claro que la felicidad es el camino. Como dices, esos pequeños momentos que se convierten en memorias.

    Aunque debo decirte, quizá pecas un poco de generalizar. Hay quien si, es feliz con un par de zapatos caros. ¿Quien soy yo para decirles que no sean felices? ¿O que deberian vivir por experimentar y por sentir, mas que por vivir y estar?

    Asi como abogas por un gobierno personal, creo que de ahi mismo viene el derecho a decidir si quieres ser feliz.

    Todas esas preguntas que hoy te haces, creo que simplemente llegan (o se hacen mas fuertes) cuando descubres quien eres, que estás vivo y que al final, lo que tengas o no, lo que quieras o no, es simplemente decision tuya. Y que el tiempo es limitado y mas vale disfrutarlo.

    "Puede que la vida no sea la fiesta que esperábamos, pero mientras estemos aquí: Bailemos."

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  2. ya deja los perritos y ponte a escribir de nuevo

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