martes, 3 de enero de 2012

Alto: está usted detenido

Hace un mes que no les escribo. Es que no me da la gana. No me lo tomen a mal: a veces así pasa. En lo que yo retengo letras para ustedes, pues que se nos fue un año más, ¿cómo ven?
Y justamente hablaba de eso hace unas horas: vaya, que el tiempo lineal, con esa flechita hacia la derecha, pues parece que no es nada de eso.


Por ahí nos dicen que vivir es movimiento. Es avanzar. Pero yo no estoy tan segura, eh. Los años parecen siempre los mismos. Unos días después de pachangón de año nuevo, para el cual hay que armarse de licores, refrescos, comidas y más cosillas pro-consumismo, hay que volver a las andadas y prepararse con más jugueticos y videojuegos pa'l niño y pa'l adulto, en nombre de otra fiestecita llamada "Día de los reyes magos". Y ni hablar de la rosca y el niñito mentado. Luego, que venga la tamaliza porque es dos de febrero y la candelaria y la tradición cristiana y lo que dios mande.
Días después, en nombre del amor, hay que regresar al centro comercial por paletitas, chocolaticos, osos de felpa y otros utensilios (que, según los asegunes, representan el romance, el cariño y el amor, fíjense nada más) pa' regalarle al amigui o al novio o novia, esposito o esposita.
Bueno, y si para entonces no se han cansado, ¡tatán! Pues hay que comprarle al niño el trajecito de abejita porque se nos viene la primavera, el bailongo y la celebración, pero esto es cosa secundaria al lado del magnánimo natalicio del benemérito de las américas, Benito Juárez. ¿Siguen sin cansarse? ¡Pues hay que regresar a la juguetería porque ahí viene el día del niño! ¡El día del trabajo, para descansar y embriagarse en la carnita asada con los camaradas! ¡Flores, chocolates y serenata pa' la madrecita santísima que nos dio la vida, sí señor, y de paso, nos emborrachamos en su nombre! ¡El día del maestro, llévele sus bombones al profe pa' que le suba la calificación a su hijo o de perdis no se la baje!
En lo que usted sigue encantado con las vueltas al centro comercial, le comento que le han subido el precio de la gasolina, del transporte público, del frijol, tomate, tortilla, aguacate y otros tantos alimentos. En la calle, miles mueren en nombre de la paz. Y usted sigue "avanzando". Pues miren que si eso es avance, yo prefiero quedarme quieta, inmóvil.
Quizá me quede sin trabajo, videojuegos, lujos, reuniones sociales, sin embriagarse cada festividad y fin de semana, quizá me quede sin coche, sin dinero. De hecho, ya casi estoy ahí. Y así no existo, me lo ha dicho mucha gente: ¿qué sigue en tu vida? ¿Por qué no tienes trabajo? ¿No aspiras a un coche, una casa? ¿Dónde está tu futuro?
Pues claro que quiero un techo y comidilla. Pero mi futuro, como el de todos, no está. No será nunca. Siempre será un concepto para que yo me preocupe por él y rompa en llanto por la angustia de no tenerlo. Siempre me sentiré desplazada y despojada porque no alcanzo ese futuro, pero nadie nos cuenta que el futuro no se realiza ni se alcanza. Y mientras me quedo quietecita, mientras no existo en la sociedad, mientras estoy muerta porque no soy mis movimientos en el banco, porque no tengo pasaporte ni visa ni tarjeta de crédito, mientras no haya dinero que avale que existe, pues yo me la he pasado bastante bien, fíjense: tengo a mis niñas, leo por ahí de vez en cuando, escribo y corrijo cosillas, como bien, salgo a correr, convivo con mis perros, me meto a nadar al río, conozco nuevas personas.

Sin embargo, admito que esos vapores que aletargan a la sociedad y que emanan del dinero también se me han metido, no crean que me siento distinta o especial: reconozco que yo también estoy bien cogida por el culo, hasta adentro y sin grasita. Y lloro por no conseguir trabajo, por no ser parte del engranaje que mantiene viva la maquinaria del dinero. Pero cuando termino de llorar y me doy cuenta de que el dinerillo me está violando, pues le doy la cara: a este movimiento del consumismo no voy a pertenecer. Este dolor te lo puedes quedar, dinerito. Y este amor que me mantiene quieta no lo tendrás.

¿Cómo la ven?

No hay comentarios:

Publicar un comentario